Sacrilegio Pre-Navideño

11-X-2010

 

Una hora hora después de dejar la capilla, en torno a las 17:30, volvemos para hacer una última visita y nos encontramos con un cartel pegado en la puerta de acceso. En él nos avisaban de que, por reformas la capilla "se mantendrá cerrada de manera indefinida" y aparecía firmado por el decanato. Por supuesto, nos asustamos. En ese entonces, no hacía mucho tiempo que el decano y la Junta de la facultad habían hecho pública su intención de elevar una petición de cierre de la capilla al Rectorado. Alarmados, subimos directamente al despacho del decano, pero no estaba. Nos recibió una de las vicedecanas y, tras explicarle lo que había ocurrido, accedió a bajar con nosotros para verlo por sí misma. Ya frente al cartel, nos aseguró que no pertenecía al decanato y que alguien se había hecho pasar por él para darnos un susto. La vicedecana retiró el cartel al instante y, tras tranquilizarnos, se fué.

 

Sin embargo, cuando fuimos a entrar en la capilla, nos dimos cuenta de que los carteles que el capellán había colgado dentro ya no estaban. Tan solo quedaban los restos de algunas esquinas pegadas con celo: los habían arrancado. Entramos en la capilla esperando ver más desperfectos, pero no encontramos nada a primera vista. Pensamos entonces que tan sólo había sido un acto de rabia, pero nada sacrílego al fin y al cabo; respiramos aliviados y nos dispusimos a rezar como de costumbre.

Al rato de permanecer en la capilla, nos dimos cuenta de que los tacos de papeles con oraciones y devociones que el capellán había puesto sobre una mesita para ayudar a rezar habían desaparecido; los habían cogido todos y se los habían llevado. También se habían llevado las cuartillas en blanco y el bolígrafo que el capellán había dejado junto a un buzón para que las personas interesadas en recibir información de la capilla pudieran dejar su correo. El buzón lo había hecho a mano el propio capellán con cartón y por suerte no se lo llevaron.

 

Al acercarnos al mueble, encontramos los carteles de la entrada arrugados tras la mesa: imágenes de Nuestra Señora de Fátima y del Santo Padre, y carteles informativos con el horario de las misas y de la adoración eucarística. Al ver aquello, empezamos a revisarlo todo. Mi compañera empezó a mirar los libros que había en las estanterías y, aunque al principio nos pareció que estaban un poco más ligeras, no vimos que faltase nada.

 

Pensamos que la cosa no había pasado de ahí, pero seguimos revisándolo todo y, al acercarnos a la sacristía, vimos que había un folio pegado con celo en el cristal. El papel decía así:

"Para asegurarme de que mi blasfemia ha sido expresada completamente, por este medio afirmo mi opinión de que la noción de Dios es una superstición básica, que no hay evidencia de la existencia de ningún dios o dioses, que los demonios, diablos ángeles y santos son mitos, que no hay vida después de la muerte, ni cielo, ni infierno, que el Papa es un dinosaurio peligroso, fanático y medieval, y que el Espíritu Santo es un personaje caricaturesco merecedor de risa y ridículo. Acuso al dios cristiano de asesinato por permitir que ocurriera el Holocausto, por no mencionar la 'limpieza étnica' que está siendo llevada a cabo por cristianos en nuestro mundo, y condeno y vilifico a esta deidad mítica por alentar el prejuicio racial y comandar al degradación de la mujer.


Atentamente
Los alumnos laicos de esta facultad.
COMANDO DE ACCIÓN KOLIBRÍ"

 

Me quedé haciendo fotos al papel y a los carteles arrancados mientras mi compañera restituía las cuartillas y el bolígrafo robados, rezamos, y nos marchamos para avisar de lo ocurrido.

Al día siguiente, el capellán nos explicó que, además de todo lo anterior, los vándalos habían bloqueado la cerradura de la sacristía con silicona y los bedeles habían tenido que forzar la puerta para que el capellán pudiera acceder a su interior. La sacristía estuvo dos días abierta y todos los enseres litúrgicos bajo el riesgo de que cualquiera, sobre todo los perpetradores, pudiesen entrar a hacer cualquier otra barbaridad.

Valiente ataque, sin embargo, lo que más nos preocupa es ¿Qué actos blasfemos pudieron hacer frente al Santísimo sin que nadie más les viese? ¿Que dijeron o pensaron? ¿Se darían cuenta de que pisaban suelo sagrado? Lo dudo, y sinceramente prefiero que estos actos no vuelvan a repetirse. Entretanto, trataremos de estar más tiempo en la capilla.

 

En cuanto a la autoría, creemos que se trata de alguien relacionado con la UHP o con Luna Nueva, pues la firma que aparecía en el folio ("Comando de Acción Kolibrí") pretende ser la misma que la de unos carteles que hace tiempo unos chicos colgaron junto a los microondas de la cafetería, en los que proponían el uso cívico de los mismos; sin embargo, creemos que los autores de los carteles de la cafetería no son los mismos que los perpetradores de este ataque, porque si uno se fija bien, veremos que los primeros escriben "comando" con "K" y "colibrí" con "C", mientras que en el caso de la capilla, estas letras aparecieron invertidas. ¿Fueron ellos de verdad u otro grupo usándolos como cabeza de turco? Lo único claro es que los autores del sacrilegio actúaron cuando la capilla estaba indefensa y que no se han atrevido a reclamar públicamente su ataque.

 

Fotos