Contestación a un manifiesto feminista

Me da muchísima pena que a estas alturas de la película la gente siga hablando de fascistas, rojos, ultras o lo que sea... A mí me da la sensación de que en España hemos sido muy inmaduros con eso de la transición, que la democracia nos viene grande o qué se yo que, pero las cosas que pasan día a día son deplorables. Parece que nos avergonzamos tanto, tanto de nuestro pasado que somos incapaces de mirar adelante y darnos cuenta de todo lo que nos queda por construir... pero no, en este país sólo importa el rencor y el pasado, y a nadie le importa que la gente se muera, que más del 20% de españoles viva bajo el umbral de la pobreza.

 

La verdad es que, con toda sinceridad, no sé nada del incidente del cartel del que hablan en la hoja. Si las cosas son como se cuentan allí, me parece una acción vergonzosa, digna de desprecio total y absoluto al menos por mi parte. Cuando se pierden las formas se pierde la razón, y entrar al trapo insultando, golpeando, gritando y haciendo declaraciones que contienen palabras como "fascistas", rebasa esa línea de largo. Yo no tengo problemas en hablar abiertamente de mis creencias y opiniones personales (tampoco creo que interesen demasiado a nadie, pero bueno), que, por otra parte, y para mi disgusto, son consideradas "raras" : yo soy cristiana católica practicante (lo de practicante para mí está de más, se es o no se es, pero está de moda decirlo) y en cuanto a posiciones ideológico-políticas me considero , de corazón, absolutamente en la izquierda ( una izquierda verdadera, que ningún, absolutamente ningún partido político en España representa para mí). "Mi izquierda" es una que vela por el reparto justo e igualitario de la riqueza, por el bienestar social, que valora por igual a todos los miembros de su comunidad, sean hombres, mujeres, ancianos a los que nadie quiere más que para eutanasiarles, inmigrantes, gentes de negocios u obreros. Que defiende la vida por encima de todo, que es justa y separa el poder judicial del ejecutivo. Que no adoctrina, que no se encarga de lavar el cerebro a sus jóvenes para asegurarse unas cuantas generaciones de votantes, que no cambia la Historia, que dice la verdad, que no utiliza pretextos falsos de realidades trágicas como la violencia doméstica para imprimir en las mentes una ideología de género. En definitiva, que hace ciudadanos libres, pero a través del conocimiento y el respeto. Y en este campo, la religión tiene mucho que ver. Éste es el artículo 16 de nuestra Constitución, y dice así:


  -16.1 Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
  -16.2 Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
  -16.3 Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones.

La Iglesia católica está presente en nuestra sociedad por una serie de casualidades históricas, igual que podría haberlo estado la esfera judía, musulmana, budista o mediopensionista. Pero da la casualidad de que es ésta la que nos ha tocado heredar culturalmente como pueblo. Pienso que independientemente de las creencias y opiniones que uno tenga o deje de tener, es de gente con pocas luces no aprovechas la oportunidad de conocer, cuidar, valorar y proteger la propia cultura de uno (como ya he dicho, desligado de cualquier creencia). Parece que hoy en día se tiene fobia a la Iglesia, y se apela a razones históricas. Si hiciésemos eso mismo con todo lo que nos rodea, tampoco querríamos saber nada de reyes, ni gobiernos, ni partidos políticos (en todas partes hay trapos sucios), incluso tal vez nos llevásemos más de una sorpresa con algún que otro artista. Sin embargo, arremetemos con el organismo que ahorra anualmente al Estado 30.000 millones de euros en calidad de asistencia social, cultura (patrimonio), turismo y educación. Nadie pone en tela de juicio que nuestro Estado es aconfesional, que nadie es perseguido para practicar tal o cual religión, y que el ejecutivo está libre de este tipo de influencias. Por tanto, todo lo que se salga de ahí, entra en el terreno de la persecución y la intolerancia.


Con todo el respeto del mundo, pienso que los miembros de U.H.P. y Luna Nueva están muy equivocados (por decirlo finamente). Yo no fui testigo, ya lo he dicho, del incidente que pone en la hoja, y de verdad me pesa que haya sucedido algo así, más en nombre de creencias que supuestamente comparten estas personas conmigo (digo supuestamente porque ese modo de actuar no me parece muy católico, ni cívico, ni normal). Pero sí he sido testigo de muchas otras guarradas que estas dos asociaciones han llevado a cabo contra la capilla de Geografía e Historia. Desde amenazas e insultos de todo tipo ("Cuidado cristianitos" "Fascistas intolerantes fanáticos" "Os vamos a quemar" "La capilla a arder" etc) hasta profanaciones del tipo de empapelar nuestro templo con carteles llenos de obscenidades de toda clase que me niego a reproducir textualmente, pasando por causar desperfectos en las instalaciones (silicona en las cerraduras, catecismos y libros de oraciones rotos y mojados,...) y, en general, crear un clima de tensión y odio innecesarios. Nuestro querido e inútil decano, D. Luis Enrique Otero Carvajal, ha puesto en evidencia a todo el claustro docente al convocar una junta de facultad en julio del año pasado, cuando los alumnos no estaban presentes para ejercer su derecho al voto, y nuestro capellán, Enrique Rueda no fue avisado, con el objeto de elevar una propuesta al Rectorado y cerrar nuestra capilla. Desde allí, la petición fue ignorada hace meses, lo que evidencia la legalidad del local.


Desde mi punto de vista los fanáticos intolerantes son aquellos que no dejan rezar en paz a las personas que de vez en cuando nos reunimos allí para profesar nuestra vida espiritual en el ámbito universitario. Mi experiencia en la capilla no ha podido ser mejor. He conocido a bellísimas personas que se apoyan las unas a las otras, que trabajan día a día como los demás y sacan de donde no hay unas pocas horas a la semana para dedicarlas al culto a su religión, a recaudar dinero par a las misiones en Calcuta, a ofrecer conversaciones enriquecedoras, a montar y desmontar nuestro pequeño y cutre pero encantador Belén de plástico y a hacer la vida más agradable a quien se cruza con ellos.


Y para terminar, el viernes tuve la oportunidad de sumarme a todas aquellas personas que se congregaron en Somosaguas para hacer una misa de desagravio por los atropellos cometidos contra la libertad de culto; y no pude sentirme más feliz al hacerlo. Para mí, no hay mejor forma de ser de izquierdas.